Empresas de Ali Babá.

Como, sorprendentemente, no se acabó el mundo cuando debía y la crisis hace estragos, he dedicado buena parte del día a poner en orden mis cuentas y paliar, en la medida de lo posible, el descalabro que ya llamo a mi puerta en forma de jubilación y 2013. La experiencia -que naturalmente recomiendo a todos desde aquí- ha sido por lo menos tan beneficiosa como sorprendentemente triste: vivimos en un país o en un sistema golfo por definición, golfo en esencia, eminentemente golfo en el que la buena voluntad y la fidelización brillan por su ausencia. Y me explico.
 Por seguir todo el proceso -esta es una columna de auto-ayuda  empiecen ustedes por ver cuántos pequeños pagos hacen de forma absolutamente inútil, de cuántas cosas son socios desde hace años sin que nunca se hayan disfrutado de esas sociedades. Pero ese es un problema personal, vayamos a lo mollar.

Seguro de decesos.

 Llamada a la compañía diciendo que por lo que estás pagando tendrías que morirte varias veces y tener panteón propio, que hasta aquí hemos llegado y que con un ataúd de IKEA -y tu señora que tiene mucha mano para el bricolaje- vas sobrado. Y entonces la compañía de seguros -que naturalmente no quiere que te escapes vivo- te oferta un "nuevo paquete" -ese concepto se repite siempre- con los mismos servicios, o más, que tenías pero por la mitad de precio y encima te regala un almanaque de 2013. ¿Y por qué no te lo habían dicho eso antes? La cara de pardillo que se te queda es espectacular.

Compañía telefónica.

 No es una leyenda urbana ni un pegote que se tira el cuñado listillo. Llamas y vuelves a decir lo de antes: hasta aquí hemos llegado, me voy. Y vuelve la historia del "nuevo paquete" con más llamadas gratis, más megas, una tarifa infinitamente menor y la posibilidad de un teléfono que tiene de todo completamente gratis. Y otra vez la cara de pardillo. O sea, que llevo 20 años con ustedes y esa fidelidad me la pagan engañándome y sin avisarme de lo que me vendría mejor. Vale.

 Banco y/o caja.
 Que me he enterado que si domicilio mi nómina me dan ustedes de todo, me quitan las comisiones, me dan más intereses... Y el comercial encantado: sí, sí y además sorteamos un jamón. La sonrisa del comercial desaparece cuando con voz tronante le explicas que llevas 40 años con la nómina domiciliada en esa entidad y te hacen pagar hasta por respirar y que te vas. ¿Qué creen que pasa? Exacto: "hay un nuevo paquete..." etc. Y así podríamos seguir con el seguro del coche, el de hogar, la televisión de pago etc.
 ¿Pero qué país es este? Es que no estoy hablando del tendero de la esquina que es una buena persona, es que hablo de multinacionales, de bancos y empresas que mueven millones y millones, de "marcas" que están todo el día en la televisión anunciando mentiras que esconden en la letra pequeña o silenciando posibilidades que harían la vida mas fácil a sus clientes. Es que hablo de una ocultación, y por lo tanto una estafa, al cliente que ha sido leal y al que no les importa absolutamente nada mantener en la indefensión, el error y el engaño mientras siga pagando más pudiendo pagar menos.

¿Pero qué mercadeo es este? ¿Cómo pretenden así ser creíbles? Con esta política empresarial de la escuela Ali Babá, la verdad es que no tengo muchas esperanzas de superar ninguna crisis.