Casar de Caceres

3/12/12

España, una mala posada

Parafraseando a Santa Teresa de Jesús podemos convenir que España es una mala noche en una mala posada. Conscientes de la imposibilidad de cambiar de noche y de posada, nos hemos limitado a cambiar de posadero. Tras el duro ajetreo del camino, los caminantes buscábamos en la posada un feliz descanso para nuestros pies doloridos. Un descanso que se nos ha negado en estos últimos cuatro años de intenso caminar por senderos pedregosos que no llevan a ninguna parte.
 Hartos de mal dormir, hemos reivindicado sábanas limpias, un colchón nuevo y una manta calurosa bajo la cual adormecer nuestras peores pesadillas. El nuevo posadero nos prometió eso y mucho más, pero por el momento no ha hecho otra cosa que subirnos el precio de las habitaciones y anunciar que durante el presente año no tendremos derecho al desayuno. Y por si fuera poco en la habitación del al lado escuchamos sin descanso los ronquidos insatisfechos del antiguo posadero, a quien le mortifica el mal recuerdo no haber predicho a tiempo la tormenta que se nos echaba encima.
 La mala noche en la mala posada está durando demasiado. Hace tiempo que en España no sale el sol. Solo atisbamos la oscuridad. La oscuridad y la cara adusta del nuevo posadero, que anda como sonámbulo, encogido por la certeza de su actual incapacidad para satisfacer nuestras necesidades más básicas.
 Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía, dijo también la santa poeta de Ávila. Pero no podemos acompañarla en sus buenos deseos:
 España ya no es nuestra casa, es tan solo una mala posada sin derecho a desayuno en la que por ahora solo cabe esperar otra mala noche más.

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