A dos leguas de Cáceres Casar de Cáceres ha sido y es un referente en las comunicaciones del Oeste peninsular. A seis millas romanas de la colonia Norba Cesarina, la calzada romana “Vía de la plata”, la cañada Real Soriano Occidental y el Camino Real de Andalucía a Castilla pasaron por su calle Larga. Ahora quedara flanqueado por la carretera N- 630 y la “Autovía de la plata”. Nadie podrá poner en duda que el pueblo de Casar ha estado siempre muy bien situado en una tierra de paso, mirando de frente a un entramado de vías de comunicación entre pueblos y formas de vida. Nuestro presente ha sido concebido y engendrado por obra y gracia de la tierra que ocupamos; es el resultado inequívoco del pensar y sentir de gentes que pisaron y labraron con sumo esfuerzo la forma actual de Casar de Cáceres. Por lo tanto, téngase en cuenta y no se eche en olvido que lo que hoy son los casareños se lo deben en gran medida a la tierra que pisan, a quienes la trabajaron con tesón,.. Y luego a los avatares de los tiempos.
Seguramente coincidirá el lector que la situación de una población significa algo más que unas simples coordenadas geográficas ( Casar de Cáceres está situado a 37º 33’ y 40” de longitud y 6º 24’ y 55” de latitud),que las mismas no reflejan el paso de legionarios aguerridos por enlosadas calzadas, el transito pecuario de merinas y vacadas por las cañadas reales, el paso de carruajes y comerciantes en un azaroso ir y venir por tierras difíciles y llenas de salteadores, la presencia de artesanos curtidores a la orilla de un pequeño regato, etc. Son, por el contrario, nuestras circunstancias históricas las que transformaron a una aldea pujante en los tiempos medievales en un pueblo prospero. Y probablemente y por circunstancias históricas, siempre al abrigo de una capital de provincia que le proporciona un patrón de desarrollo que los casareños han hecho compatible con su idiosincrasia y forma de ver la vida.
Y no solo está cerca la capital. Casar de Cáceres se encuentra lindando a tierras que labraron los entresijos del fuero de Cáceres: los cuatro lugares al otro lado del Almonte; las Navas del Madroño y Garrovillas de Alconétar pasando las riberas del Araya; Arroyo del puerco, Malpartida de Cáceres y Aliseda al pie de los alcornocales y encinares de la Sierra de San Pedro, aldeas y villas unidas entre sí por callejas hoy mudas y abandonadas a la suerte del olvido, pero unidas por un pasado colectivo común definido en lo que históricamente recibió el nombre de la tierra de Cáceres.
Por si fuera poco el lugar de Casar de Cáceres, una de las aldeas más famosas, realenga y de behetría que tiene el Rey de España, es una llanura, con declinación al norte de la vertiente de las aguas de casi todas sus calles, las que son muy hermosas por su rectitud, longitud, amplitud, bella disposición, unión y comunicación unas con otras a distancias proporcionadas.
En definitiva, el denominado históricamente lugar de Casar constituye un núcleo de población bien comunicado con sus alrededores y que ha propiciado una relación armoniosa entre su situación física y la gente que desde los primeros tiempos han venido asentándose en la misma.
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