La historia que sigue la he utilizado, sin usar personajes históricos, en multitud de ocasiones, para hacer alguna broma. Son muchos los hombres importantes cuya estatura no ha estado a la altura de rango o cargo: Atila, Napoleón o el papa Gregorio I. Es más, acercándonos en el tiempo podemos exponer el caso de Sarkozy, el Presidente de Francia hasta no hace mucho, que a juzgar por sus actos no lleva demasiado bien la cuestión de su talla y trata de recuperar con trucos los centímetros que la madre naturaleza le ha negado.
Según se cuenta, en una ocasión estaba San Alberto el Grande, obispo de Ratisbona, ante el papa Urbano IV, cuando el pontífice le dijo repetidamente: “Levantaos”. Para darse cuenta, poco después, que el mote de “el Grande” tenía tan mala baba que el hombre que estaba ante él no se encontraba de rodillas, como el Papa creía, sino que era un hombre bajito. Estaba de pie, a pesar de todo: de la sensación de Urbano IV, de la poca distancia entre el suelo y la cabeza del obispo de Ratisbona y a pesar, también, de la insistencia del Pontífice por hacerle levantar de su postura, que no era tal.
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