Casar de Caceres

7/12/13

Facturas falsas

Hace unos días que conocimos que desde la Unión General de Trabajadores de Andalucía se habían falseado conceptos de facturas para camuflarlas como gastos en formación cuando en realidad eran ágapes, fiestas, regalos y demás indignidades. Ni que decir tiene que desde el Partido Popular se puso el grito en el cielo pidiendo la dimisión hasta del mismo Cándido Méndez como máximo responsable del sindicato.

 Ayer nos sorprendió la publicación del contenido de algunas facturas que contenían las cajas del caso Gurtel en las que se ponía de manifiesto que el Partido Popular de Andalucía pidió a varias empresas de la trama que modificaran los conceptos de las facturas que les emitían para poderlas colar como gastos electorales en la campaña 2003, lo que es un fraude como una catedral.

Lo escandaloso no es que haya políticos o sindicalistas que se corrompan, con ser esto muy grave, lo que dispara todas las alarmas es la explicación que ha pretendido dar un portavoz del PP-Andalucía al respecto, que como eran transacciones entre particulares, no era tan grave como lo de la UGT-A que lo hacía con subvenciones públicas.

Lo primero que debería saber este representante de las instituciones públicas es que un delito es igual de condenable si se realiza entre particulares como si se realiza entre una administración un particular. Debería escandalizarle el fraude fiscal, el engaño al control de las cuentas de los partidos políticos, provenga de donde provenga el dinero.

 Lo segundo que sin duda sabe, aunque se haga el tonto, este político popular andaluz es que su partido no vive de sus ingresos por cuotas de afiliados sino que recibe cuantiosas subvenciones públicas, de hecho es el partido político que más dinero recibe del Estado al ser el que más diputados, senadores, alcaldes y concejales tiene, tiene tanto a nivel nacional como autonómico y municipal, luego lo que está distrayendo no es dinero privado sino dinero público, dinero de todos.

 Me escandaliza de igual forma lo que hizo la UGT de Andalucía que lo que hizo el PP en Andalucía o Catalunya, falsear los conceptos de las facturas que les emitían para engañar a los organismos que concedían las subvenciones o fiscalizaban los gastos electorales, es decir, para defraudar a todos y cada uno de nosotros, pero no hay duda de que la respuesta no es la misma, desde el sindicato se han abierto investigaciones y se han depurado responsabilidades, tarde y de manera tímida, pero se ha producido la dimisión del Secretario General andaluz, en cambio, desde el Partido Popular solo hemos recibido excusas de mal pagador.

Para exigir muy digno responsabilidades a la UGT de Andalucía, no dudó en salir el portavoz del Partido Popular en el Congreso, Alfonso Alonso pidiendo a UGT que dirimiera quién tenía que dimitir por el caso de las facturas falsas. En cambio, hoy que se pone de manifiesto que son sus “concarnetarios” los que falsearon facturas tanto en Andalucía como en Catalunya para alterar los resultados, nada menos que de unas elecciones municipales y autonómicas, las del 2003, de infausto recuerdo para los socialistas de Madrid, para eso el señor Alonso no tiene nada que pedir, nada que dirimir, silencio cómplice.

 El problema de gritar histérico cuando se ve la paja en el ojo ajeno es que normalmente se tiene una enorme viga en el propio que nos impide apreciar la realidad con toda su crudeza y la tozuda realidad es que el Partido Popular tiene una trama de corrupción generalizada llamada Gurtel que alteró los resultados de sendas campañas electorales desde los años 1996 al 2004, al menos, y que esta trama se implica con otra de financiación ilegal del Partido Popular organizada porque el que durante años fue su Tesorero, Gerente y honorable compañero de partido, Luis, “el cabrón” Bárcenas.

 Antes de criticar es conveniente comprobar que no adolece uno mismo de aquello que critica en el prójimo, por aquello de no quedar en evidencia, de que no le saquen a uno los colores.

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